15 de septiembre de 2017
Ir al médico y realizarse exámenes especializados puede ser de más difícil acceso para quienes viven en zonas remotas o alejadas de la ciudad. Por eso, el uso de drones para suplir medicinas o recoger muestras de sangre puede considerarse como una innovación en el servicio médico.
El transporte de sangre usando dispositivos no tripulados de control remoto no es nuevo. Zipline, en California, entre otras compañías, transporta sangre para transfusiones con un drone en Ruanda y lo harán muy pronto en Tanzania. La implementación en África ha sido oportuna, ya que allí es difícil transportarse por tierra, pues son trayectos muy largos.
En un estudio realizado para la Universidad Johns Hopkins, el profesor Timothy Amukele y su equipo realizaron una prueba para comparar el estado de la sangre según el método de transporte. Recogieron muestras de sangre de 21 adultos y enviaron la mitad con el drone (que estaba adaptado para que tuviera características similares a un helicóptero y pudiera aterrizar); mientras que la otra mitad se movilizó en un carro con aire acondicionado.
Entre sus características, el drone tenía un enfriador de espuma amortiguado que mantuvo las muestras a 75 grados Fahrenheit (15 grados más fríos que el del aire exterior en la zona). En el análisis, encontraron que las muestras del carro se mantuvieron a 4 grados más calientes que las muestras en el drone.
Los expertos plantearon su preocupación ante la posibilidad de que un dispositivo no tripulado transporte materiales peligrosos y llegue a estrellarse, pues supondría un peligro para la población que se encuentre en tierra. El grupo de investigación recomienda regular el aspecto, por ejemplo haciendo que los pilotos remotos tengan licencias y se definan unas rutas específicas para prevenir accidentes.
El uso de estos dispositivos no es tan común dentro del sector de la salud, pero podría tener un impacto positivo en las comunidades rurales o de difícil acceso.